Historia, tradición familiar y legado se unen en Molino del Arco. Una finca que atesoró el primer molino de aceite datado de Ronda en el año 1767, según los documentos que todavía conserva la familia Clavero, propietaria de la misma y del hotel en el que han sido reconvertidas las instalaciones.
No obstante, la presencia de olivar en la misma se remonta cientos de años en el tiempo, en concreto, a 1485, cuando Diego Clavero, capitán de artillería del Rey Católico, es beneficiado en el reparto de la ciudad, entre otras propiedades, con una heredad de olivar y viñedos localizada en la vega del río Guadalcobacín.
Desde entonces se ha mantenido este cultivo, aunque se perdió la producción de aceite propio hasta que hace unos años la familia decidió recuperarlo. Eso sí, lo hizo para repartir entre amigos y mantener algún pequeño punto de venta en el exterior.
Ahora, este aove de autor elaborado a base de aceituna hojiblanca, lo que le confiere unas características muy concretas por la climatología local, pasará venderse al público en general. Eso sí, en este primer año tan solo estarán disponibles unos 3.000 litros.
Además, también se han preparado diferentes experiencias para darlo a conocer mediante diferentes catas en las que también poder conocer el legado familiar y la zona que albergó aquel antiguo molino que hoy ocupa un confortable salón de lectura del hotel.
Los amantes del aceite podrán elegir entre hacer una cata con maridaje de diferentes alimentos en al salón familiar, realizar un picnic en los olivares con cata guiada o unir en una mista actividad una cata con maridaje de aceite y vinos de Ronda. Unas experiencias que estarán dirigidas por Priscila Torielli, joven argentina afincada en Ronda que procede del sector del vino.
Además, Véronique Gladstohe, una experta en el mundo del aceite y el tomate a nivel internacional, se encargará de preparar experiencias especiales en las que unir estos dos productos y cítricos.
«Nuestro aceite tiene la peculiaridad de que procede de aceituna hojiblanca de la que no hay mucha presencia aquí, y que, por la climatología de Ronda, produce un aceite con más picor del habitual que se nota en el retrogusto y no en el primer momento, es un aceite con personalidad pero que no es invasivo», explica Fernando López, responsable del proyecto.
