Vinos con «alma de pueblo» hechos en 28 metros cuadrados

La bodega situada en Benalauría cuenta con tres vinos en el mercado y oferta experiencias gastronómicas

José Verdugo en la puerta de entrada a su bodega.

La bodega situada en Benalauría cuenta con tres vinos en el mercado y oferta experiencias gastronómicas

José Verdugo en la puerta de entrada a su bodega.

Después de años al frente del restaurante La Molienda de Benalauría, uno de los primeros referentes del gastroturismo en la Serranía, José Verdugo decidió que era hora de dar un rumbo a su vida para poder disfrutar más de su familia. «Me encontraba a mis hijos por el pasillo y preguntaban quién era ese hombre», dice José para explicar de forma muy gráfica qué le llevó a dejar aquel proyecto que tanto les había costado sacar adelante.

Fue entonces cuando en la barra de un bar, como suele ocurrir en muchas ocasiones, surgió la idea de reconvertir una antigua cuadra de la familia de su mujer en una nueva aventura. Eso sí, en un primer momento la idea era reproducir en su pueblo un proyecto de una pequeña almazara que habían conocido, aunque los problemas para tratar los residuos le hicieron desistir. Fue entonces cuando nació la idea de reconvertir aquellos 28 metros cuadrados abandonados, y con el techo caído, en la bodega más pequeña de España y, posiblemente, del mundo. «En Almería hay una de 30 metros cuadrados, seguimos siendo los más pequeños», dice José entre risas.

Aquella idea se hizo posible gracias a un crowdfunding entre 11 amigos para que fuese posible hacer realidad el proyecto. «Cada uno puso lo que pudo para hacer el proyecto», ha explicado Verdugo. Un trabajo que les llevó en el año 2019 a sacar su primer vino al mercado bajo el nombre de El Callejón, en alusión a la callejuela por la que se accede hasta las instalaciones. Una primera elaboración en la que contaron con la colaboración de la bodega Mures de Atajate al no terminar su obra a tiempo.

Ahora, tras años de trabajo y cuatro añadas elaboradas, sus vinos llevan el nombre de la propia bodega y el nombre de la uva con la que son elaborados, ya que tan solo producen monovarietales. Un blanco, un rosado y un tinto son sus referencias actuales, aunque han realizado dos pruebas para sacar otros dos vinos con una variedad de uva autóctona.

En la actualidad cuentan con un tinto, un blanco y un rosado, todos monovarietales.

«Queremos que sea un vino de pueblo, que sea capaz de transmitir todo lo que lleva dentro, por eso nos gusta mucho que la gente venga y poder contarle toda la historia que ese vino que están tomando lleva dentro», ha explicado Verdugo.

Además, se da la curiosidad de que no poseen viñedos propios, por lo que recurren a las pequeñas parcelas existentes en el propio municipio o localidades cercanas. También cuentan con uva llegada desde Manilva para elaborar su conocido moscatel.
«A futuro nos gustaría tener también nuestra propia parcela de viñedos», ha señalado Verdugo, aunque todo ello sin perder la colaboración con los viticultores locales que hacen también posible este proyecto.

Eso sí, contar con solo 28 metros cuadrados tiene sus limitaciones, como su máximo nivel de producción. «Hasta el momento no hemos elaborado nunca más de 3.500 botellas y no utilizamos barricas durante el proceso», ha indicado Verdugo.

Buena parte del trabajo se hace de forma manual.

Además, la recogida de la uva y el traslado hasta las instalaciones de la bodega es cada año un reto. «Yo siempre digo que la verdadera vendimia heroica la tenemos aquí en 28 metros cuadrados», afirma. Y es que tienen que acumular la uva en una cámara frigorífica próxima municipio y desde allí con dumper o una C-15 llevar la uva a la puerta de la bodega. «El callejón de entrada se convierte en nuestro patio de bodega, las máquinas las vamos colocando y quitando en función de si las necesitamos o no», ha apuntado Verdugo.

Experiencia gastronómica

Tras consolidar la bodega, José Verdugo ha decidido dar un nuevo impulso a la misma complementado la visita a las instalaciones con la posibilidad de conocer la historia del municipio y disfrutar de una comida a las puertas de la bodega.
«Hemos alquilado una casa contigua para tener nuestra propia cocina y poder ofrecer una experiencia completa que incluye visita al municipio, museo, panadería, bodega y disfrutar de los vinos con una buena comida», ha señalado. Eso sí, aquí no hay menú y José prepara para cada grupo una comida diferente en función de las existencias del mercado o si pudo visitar San Fernando (Cádiz). «Soy gaditano y también utilizo mucho producto del mar de allí», ha indicado. Además, se trata de visitas exclusivas, ya que no se mezclan grupos

De este modo el vistante se lleva un baño absoluto del mundo rural y la experiencia de degustar unos vinos que sus creadores quieren que representen al máximo la forma de vida en los pequeños pueblos de la Serranía de Ronda.

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